Hay casos en los que la ficción supera la realidad, o como mínimo la
dulcifica. El campo es un lugar duro para el ser humano y lleno de contrastes:
frío - calor, tierno - cruel, bello - abrupto. Para los de ciudad, el campo es
hermoso hasta que el olor a estiércol penetra a través de la ventanilla del
coche. Ahí se acaba lo bucólico.
La idealización del campo se hace en la ciudad, a la que llegan sus productos
listos para el consumo sin las asperezas de procedencia. Los urbanitas sólo
apreciamos su lado más atractivo y refinado, manos limpias y sin cortes. Y esto
es justo lo que pretende el "Perfum", traernos los aromas de flores,
miel, rocío y fruta ácida del campo para seguir mitificándolo.
El "Perfum" es el lado bonito del campo, sus aromas más deseados
que nos recuerdan a los de una mujer, tanto en la vertiente Madre Tierra o en
la versión más perversa del protagonista de la obra de Patrick Süskind. Lo que
sí es cierto, es que este vino suele agradar en general más a las mujeres que a
los hombres, sea por alguna de estas afinidades o porque muchos hombres, y por
suerte cada vez menos, no saben cómo comportarse ante la delicadeza desbordada.
Y ahora sólo nos queda saber cuándo "perfumarnos", pues yo diría
que en muchas ocasiones. Para llamar la atención, es decir, cuando queremos
atraer a alguien: "quédate a comer o al menos tómate una copita".
También cuando cansados de un día entre el tufo de ciudad, llegamos a casa, nos
damos una ducha y nos sentamos a escuchar música, que sea Chopin por
consonancia. Ah! que se nos ha olvidado la comida, pues bien, yo lo emparejaría
con una ensalada elegante, de esas con marisco o salmón ahumado, o queso de
cabra.
Por cierto, recordar que al degustar un vino, mejor no echarse colonia ni
perfume encima. No creo necesario explicar el por qué.
Enlace a Perfum
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