Visconti y el champagne

Luchino Visconti fue uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Un comunista aristócrata que representó como nadie la decadencia europea. Sus films fueron como novelas del xix, realistas y románticas, políticas y psicológicas, extensas y poéticas.

Los maestros son perfeccionistas en su trabajo y Visconti también lo fue. En la falsedad del cine, donde las fachadas son de cartón-piedra y el champagne zumo de manzana con agua carbonatada, Visconti no permitió que sus actores trabajaran en una escenografía ficticia. Su obsesión le condujo a llenar los armarios con ropa y a usar vino espumoso de verdad. Se dice que en algún film se gastó más en champagne que en película de celuloide, materia primera carísima para rodar.

Tal vez sea esto otra de las leyendas que envuelven de color y perfume las obras de los maestros, pero a mí me gusta creerlo, y no sólo eso. Atribuyo a estas condiciones reales de trabajo el magnífico trabajo de Helmut Berger, Dirk Bogarde, Chalotte Rampling, Alain Delon, entre los muchos actores que formaron la corte de Visconti, el príncipe del cine italiano.


No hay comentarios: