Maridajes #5: guacamole
De origen mesoamericano, el guacamole es una salsa hecha con aguacate, tomate y chiles a la que se puede añadir limón, cilantro, cebolla, vino blanco u otros aderezos. En México, se toma con carnes y tortillas, como acompañamiento, pero en otros lugares del mundo se suele tomar como plato en sí. Tradicionalmente, el aguacate se machacaba en un reciente hecho de piedra volcánica poco porosa que se llama molcajete, parecido al mortero, y las tortillas se preparaban en metates como muestra esta obra de Diego Ribera, el gran pintor y muralista social.
Mi elección con el Ahuacamolli es un vino blanco ácido y joven que contrasta bien con la mantecosidad del aguacate, refresca la garganta del picante y conjunta con el limón. Yo recomendaría los vinos de estas características de Galicia como los de la DO Ribeiro, los vinhos verdes portugueses, o los vinos catalanes de las uvas Macabeo o Xarel-lo, como el Blanc Pescador. México siempre ha sido un país de acogida para los españoles, sobre todo, cuando se refugiaron después de la Guerra civil y la dictuadura franquista. Así que, un maridaje gastronómico de este tipo me parece un enlace positivo para ambos.
Uno de los problemas del guacamole es su fácil oxidación, se vuelve de color oscuro y poco apetitoso. Por ello, hay que comerlo justo después de su preparación y si tenemos que conservarlo unas horas hay que añadirle limón, dejar la semilla en la plato, taparlo con plástico y reservarlo en la nevera. Si usted se encuentra en Europa, ya se pueden comprar aguacates del sur de España, así que, mejor seleccionar el producto más próximo para evitar en exceso la contaminación por transporte.
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