El triunfo de Baco


Esta obra temprana de Velázquez, expuesta en el Prado desde 1819, es popularmente conocida como Los borrachos. El pintor sevillano, con su mordaz visión de la realidad, hace una crítica al pensamiento barroco que atribuía al vino propiedades liberadoras e inspiradoras. No obstante, Velázquez compone un lienzo en el que un grupo de bebedores rancios son coronados por el dios Baco, parodiando las populares creencias anestésicas del vino.

La pintura mezcla varios estilos, uno más propio de la época, la representación del dios en la parte izquierda de la composición, y, por otro lado, una representación naturalista y nada idealizada de los borrachos en la mitad derecha. Cabe destacar el borracho que mira directamente al espectador, como si quisiera saber si somos de los que alzan el codo más de la cuenta. Además, personaje nos sonrie, como si Velázquez quisiera sacarnos los colores, aludiendo a nuestros descuidos etílicos. Otro personaje que cabe destacar es el que está de rodillas siendo coronado por Baco. Los exegetas afirman que se trata de un poeta de la época. Ciertamente, el personaje viste de forma distinta, más elegante y limpio que el grupo de secuaces pantagruélicos. Esta situación me lleva a concluir que el maestro sevillano no quiso cebarse con la crítica y salvó la creación literaria de su escarnio.

Yo, que soy un escritor compulsivo, me gusta tomar una copa (o dos si el vino es irresistible) cuando doy rienda suelta a la palabara. El vino me aviva los sentidos y me relaja, nada mejor para combatir la congoja de la hoja en blanco. Sin embargo, Dios me libre de ser coronado por Baco y comvertirme en un motivo del pesebre viviente bacuno del lienzo de Velázquez.

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